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lunes, 26 de noviembre de 2012

5.2 Integración con el medio ambiente


Una de las grandes asignaturas pendientes de la ingeniería hasta hace algunos años en este país y en muchos otros, fue la de la integración de las infraestructuras en el medio en el que se alojan, así como el cuidado expreso de dicho medio durante el proceso constructivo. Aunque una obra puede ser poco destructiva con la naturaleza a su alrededor, otra cosa muy distinta son las actividades desarrolladas para construirla. Estas actividades suelen ser muy contaminantes y generan una gran alteración del terreno a causa de movimientos de tierras, el acopio de materiales, la generación de residuos, etc. En estos últimos años la conciencia medioambiental de la sociedad ha ido creciendo de forma progresiva y por lo tanto también la conciencia del mundo ingenieril. Esto se ha reflejado en multitud de leyes y normas que se han ido creando y aplicando últimamente.

En cuanto a esto, uno de los entornos más sensibles a las obras de ingeniería que se desarrollan junto a ellos son los cauces de ríos o arroyos. Como todo aquello que ocurre en una obra, la integración medioambiental es solo cuestión de una correcta planificación (durante el periodo de diseño) y organización (durante el proceso constructivo). Por esta razón la mayor parte de las medidas a tomar para evitar la degradación del medio son preventivas y la mayoría de ellas aparecerán en el pliego del proyecto.

Ejemplos de este tipo de medidas son:

 Un adecuado control del movimiento de tierras. La ley obliga a verter o a hacer acopio de tierras como mínimo a una determinada distancia del DPH.
  Evitar pilas (cuando la obra es un puente) en el lecho del cauce o junto a él siempre que sea posible. Esto debe tenerse en cuenta en la elección de la tipología del viaducto.
  Que cada cauce afectado tenga su propio drenaje transversal para evitar modificar demasiado el régimen de estos.
 Algunas medidas requieren, además de planificación y sentido común (para ser conscientes de que hay que hacerlas), de unas actuaciones previas o incluso de sus propias obras. Dos ejemplos son:
 Barreras de retención de sedimentos. Evitan la acumulación de sedimentos que puedan modificar el régimen hidráulico posteriormente a la finalización de la obra. Al haber eliminado la vegetación del entorno del cauce se favorece que el agua pueda arrastrar tierra hacia el susodicho arroyo.
 Balsas de decantación. Sirven para recoger los sólidos en suspensión que lleve el agua corriente y que de otra forma se extenderían aguas abajo.

Estos elementos pueden ser provisionales (solo sirven durante el proceso constructivo) o permanentes (cumplirán su función durante toda la vida útil de la obra). Si no se mantienen adecuadamente, estos elementos no cumplirán debidamente su función. Algo que ocurre, por otro lado, muy a menudo.

Tras terminar la obra se realizaran medidas restauradoras para dejar la zona tal y como estaba antes, o bien para ayudar a que el medio se regenere por sí solo. Por ejemplo la restauración de la vegetación de ribera para no modificar el régimen hidráulico.

Por supuesto también se debe prever que algo salga mal, por lo que deberán fijar protocolos de emergencias para casos específicos, como por ejemplo un vertido de residuos puntual por algún fallo humano o técnico.
 Todo esto, evidentemente, tiene más ciencia de la que he expuesto aquí, pero a grandes rasgos esto es lo que siempre debe hacerse o tener en cuenta en todo proyecto que afecte a un medio natural (en este caso, en aquel que haya un arroyo o cauce) y que por desgracia no siempre es así.

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